Ana Velasco Vidal-Abarca | 20 de junio de 2019
El Ayuntamiento de Pamplona se ha liberado de las garras de Bildu, pero el PSOE ha puesto en manos de los nacionalistas la presidencia del Parlamento de Navarra.
Entre tantas noticias descorazonadoras y preocupantes, entre tantas incertidumbres poselectorales, ha brillado por poco tiempo la buena noticia de que el Ayuntamiento de Pamplona ha sido liberado de las garras de Bildu, un partido que nunca debió ser legalizado porque defiende los intereses de ETA. Esta buena noticia ha quedado ensombrecida por el pacto del PSOE para otorgar la presidencia del Parlamento de Navarra a Geroa Bai, la rama navarra del PNV en un juego de equidistancias en el que parece que los socialistas quieren hacerse perdonar su “cesión” en el ayuntamiento y también lograr presidir el Gobierno de la comunidad a cualquier precio.
Pamplona ha estado regida cuatro años por un alcalde que no ganó las elecciones –obtuvo cinco escaños, la mitad que UPN-y necesitó el apoyo de otros tres partidos para hacerse con el mando de la ciudad. Durante estos años, en sus actitudes y declaraciones el ya exalcalde Joseba Ausiron ha tenido como absoluta prioridad fortalecer el separatismo en Navarra y ha mostrado una indecente preocupación por los derechos humanos de los terroristas -a los que llama presos políticos-, insinuando que se vulneran, mientras ha tratado de minimizar la brutalidad de sus crímenes.
El exalcalde Ausiron ha mostrado una indecente preocupación por los derechos humanos de los terroristas y ha minimizado la brutalidad de sus crímenes
Una de sus brillantes iniciativas en este sentido fue permitir la instalación de una celda simulada en el centro de Pamplona en la que se encerraron varias personas por turnos para «socializar la conculcación de los derechos humanos que sufren los presos». Y, por supuesto, apoyó la ley de violencia policial promovida por el Parlamento de Navarra, que pretendía buscar excusas y justificaciones al terrorismo y que fue anulada por el Tribunal Constitucional, aunque sus promotores quieren volver a tramitarla.
Un ejemplo muy gráfico de la catadura moral del exalcalde es la composición de la lista municipal que ha presentado en las recientes elecciones a la alcaldía de Pamplona. En ella ha incluido a una individua que en septiembre será juzgada por pertenencia a ETA y para la que la Fiscalía pide once años de prisión. Esa individua ya es concejal del ayuntamiento, lo cual es un bochorno y una indecencia, aunque por desgracia ya nadie se escandaliza de que los terroristas estén en las instituciones.
Atrás quedan unos años en los que el componente ideológico radical ha primado sobre el trabajo diario para mejorar la vida de los pamploneses. La buena noticia es que se abre un nuevo periodo de esperanza para frenar el ansia de los separatistas por cobrarse el trofeo navarro. Navarra Suma ha sido una iniciativa fundamental. Quienes la promovieron supieron calibrar los peligros que acechan a esa comunidad y comprendieron que era imprescindible que se unieran para tener la fuerza necesaria para afrontar el envite separatista. Gracias a ello, y con el calculado apoyo del PSOE, el Ayuntamiento de Pamplona estará regido por un alcalde, Enrique Maya, que no permitirá que se use la institución para promover el separatismo y la anexión al País Vasco, sino que enfocará su mandato hacia el servicio a los pamploneses, desde el respeto a las leyes y a la Constitución. Si UPN, PP y Ciudadanos también hubiesen permitido que se sumase VOX al proyecto, habrían contribuido a mitigar la tensión absurda que se está produciendo entre partidos obligados a colaborar por el bien de España.
De cualquier modo, la “muralla para contener al nacionalismo” debe ser fuerte para ser capaz de resistir la incansable y pertinaz obsesión de los separatistas, empeñados en privar a Navarra de su identidad. Y para ello debe aglutinar a la gran mayoría de navarros que desean seguir siendo navarros y españoles y que legítimamente reclaman a sus gobernantes que rijan sus decisiones y actos por la voluntad de proporcionar prosperidad, bienestar, seguridad, libertad e igualdad a todos los navarros en el marco de su estatuto de autonomía y de la Constitución española.
El PSOE no ha sido capaz de anteponer el interés general de Navarra y de España al suyo propio y al espurio de los nacionalistas
Por esa razón, es una pésima noticia que finalmente el PSOE haya puesto en manos de los nacionalistas la presidencia del Parlamento de Navarra, muy previsiblemente a cambio del Gobierno de la comunidad foral. Al final, no ha actuado con visión de Estado y de forma farisea ha aceptado que ese partido que nunca debió de ser legalizado, porque defiende los intereses de ETA, esté en la mesa de la cámara y se abstenga para que la candidata socialista sea la presidenta de la Comunidad.
El PSOE no ha sido capaz de anteponer el interés general de Navarra y de España al suyo propio y al espurio de los nacionalistas. Porque en Navarra no estamos hablando de que gobierne la izquierda o la derecha -eso debería entrar en la normalidad de la alternancia democrática-. Se trata de salvaguardarla del envenenamiento cultural y dogmático del separatismo y de preservar su esencia y su identidad. Lamentablemente, el PSOE no ha estado a la altura. Ellos sabrán por qué lo han hecho y tendrán que asumir la responsabilidad de lo que va a suponer presidir el Gobierno de Navarra con el apoyo de los separatistas y de ese partido que debería ser ilegal porque representa los intereses de ETA. Desolador.
El PSOE debe dar un paso al frente y decir «no» al separatismo. De lo contrario, sería una traición y una indignidad.